POEMA
Nombré tus ojos Callaba el sol Con su melena dorada, Callaba la luna Sentada en el río, Callaba la luz Mientras tus ojos me hablaban. Las horas pasan como las abejas de flor en flor Pinchan a los niños de nuestros sueños Y si encuentran un punto débil, Allí, muerden la carne indefensa Chupando la vida, dejándonos su veneno, Para mirarnos en el espejo y salir luego Con la angustia de la mordedura del tiempo En nuestra cara. El tiempo se encierra en tu boca, El silencio aplaude lleno de saliva. Nos ponemos cremas en el rostro Para curar la superficie del reloj. Un botiquín de olores que cuestan un riñón: Crema de día, crema de noche, Todas se queman a la luz del sol. La abeja avanza subiendo los escalones Sin mirar cual será su siguiente presa, Mientras veo, en los recuerdos Las manos de la infancia Latiendo en mi interior. La voz humana del silencio abr